El monstruo de los ultraportátiles

Creí que anoche soñaría con el Acer Aspire One, pero en vez de eso soñé con un dinosario gigante que nos perseguía por toda la ciudad. No me preguntéis por qué. El dinosaurio era naranja con rayas marrones en el lomo y daba mucho miedo. La ciudad no era la mía, parecía más una urbanización. Debo de haber mezclado recuerdos del campamento en Los Urrutias por haberme vuelto a encontrar con algunos monitores ayer.

El dinosaurio corría tras nosotros (cientos de personas) como si supiera en todo momento dónde nos escondíamos, yo estaba segura de que podía olernos. Finalmente conseguimos montar un asentamiento momentáneo a las afueras de la "ciudad". La gente parecía estar ya más o menos relajada, aunque yo me quedé con la mosca detrás de la oreja. Saber que un dinosaurio así anda suelto no te deja dormir tranquila.

Pensé que sería con el ultraportátil con lo que soñaría porque ayer vi en la web de la fnac que lo van a traer. Hace unas semanas que me estoy informando porque ¡quiero uno! y el de acer es el que más me había convencido. En blanco, con disco duro de 80gb y linpus linux como s.o. 350€.


Es tan pequeño y tan mono. Tiene la pantalla de cristal, que me encanta, de 8.9".

La única pega que le veo para mí podría ser el sistema operativo, tengo que informarme mejor cómo se le puede cambiar la distribución de linux y cómo instalar programas adicionales, aunque de momento, puede ser entretenido investigar en este linpus, hay muuucho tiempo para trastear con el cacharro, espero.

En Xataka encontré muy buenas revisiones sobre estos bichitos.

¡Quinto, levanta!

Alguien está tocando abajo en mi glamurosa calle lo que parece una corneta de juguete. Lo peor es que desafina que da miedo, no da una, oiga, de repente cambia de escala y, aunque en la nota final intenta arreglarlo, las frases de en medio son vagamente reconocibles. Nunca había oído a nadie destrozar así un villancico, y el "Cumpleaños Feliz" nunca había sido entonado peor (y eso ya es decir mucho). Oh, ahora está interpretando la escala, creo. Encima, ningún vecino tenemos el valor suficiente como para salir al balcón y gritarle que se vaya a molestar a otra parte.

¡Qué horror!